¿Por qué conservar?
Las células madre son las únicas células que tienen la capacidad de desarrollar cualquier función una vez son adultas. Es decir, estas células pueden convertirse en células sanguíneas, neuronales, óseas o musculares. Además, son auto-renovantes, se pueden dividir y generar nuevas células idénticas. Por todo ello, su potencial terapéutico es enorme, puesto que podrían regenerar cualquier órgano o tejido.
En los adultos, las células madre se encuentran en la médula ósea, pero durante el desarrollo embrionario, éstas se producen en el hígado y el bazo del futuro bebé y viajan a través de su sistema circulatorio. Durante este periodo, la placenta y el cordón umbilical también forman parte del aparato circulatorio del embrión, por eso, la sangre atrapada en el cordón en el momento del nacimiento, es rica en células madre.